Buggler
El archienemigo de Bomberman Bros. y el malvado autor intelectual detrás de los eventos recientes. Malvadamente poderoso y poderosamente malvado, Buggler está lo suficientemente cerca de la encarnación física del mal mismo. Junto con sus fieles subordinados, los Five Dastardly Bombers, planea destruir el universo entero.
Posee características de formas de vida tanto orgánicas como robóticas, y también puede mejorar su propio cuerpo para obtener poder adicional. Para su batalla final contra los Bombermen, parece que tiene un truco sorprendente bajo la manga...
Magnet Bomber
Con poderes devastadores de magnetismo, Magnet Bomber es capaz de manipular libremente incluso las masas metálicas más monstruosas. Es un alborotador de pies a cabeza, y nada ama más que hacer sudar a la gente.
Golem Bomber
Con un cuerpo extraordinariamente grande y la fuerza sobrehumana a la altura, en términos de dureza pura, Golem Bomber está muy por encima de los otros Dastardly Bombers: los ataques a medias ni siquiera le harán un rasguño.
Phantom Bomber
Phantom Bomber es el verdadero cerebro de los Dastardly Bombers: se dice que su astucia y engaño superan incluso a las de Buggler. Es un hacker muy hábil y es capaz de codificar computadoras y ponerlas bajo su control.
Plasma Bomber
Plasma Bomber posee la capacidad de liberar rayos eléctricos que pueden convertir rápidamente a los enemigos en tostadas. A pesar de estar alineado con un ejército malvado y tiránico, desprecia las medidas turbias y cobardes, y desea derrotar a sus enemigos en justas competencias de fuerza. Esto es especialmente cierto para White, a quienes respeta como rival.
Karaoke Bomber
Egoísta, mandona y condescendiente, el temperamento general de Karaoke Bomber es el de una princesa mimada. No solo es capaz de hipnotizar a los enemigos con sus "ataques de encantamiento", sino que lo más temible de todo es su terrible canto silencioso. Para empeorar las cosas, está más orgullosa de su voz que de cualquier otra cosa, y esto a menudo puede conducir a resultados desastrosos. Parece correcto que debamos pensar en sus subordinados, quienes deben soportar sus espeluznantes baladas día tras día.